Viernes, 05 de time.september de 2014
humano21
Psicología
Psicología
Tengo un electrodo conectado a mi cabeza, y me estoy mirando directamente a un televisor conectado a un computador donde un vídeo se proyecta. Veo unas barras multicolores al lado izquierdo de la pantalla que suben y bajan, como los ecualizadores de un equipo de sonido. Mi trabajo, como un paciente de mentira en el consultorio del psicólogo César Andrés Ramírez, es mantener el video -un avión planeando incesantemente por un paisaje desértico- andando, sin pausas, siempre en "play".
Pero lo interesante del asunto es que la única herramienta disponible para cumplir el objetivo no es el control del t.v. sino mis propios "pensamientos". Cuando me concentro intensa y honestamente en el objetivo, la barra a la izquierda del vídeo se eleva y se mantiene, pero cuando me distraigo, o cuando hago un comentario, o empiezo a pensar que este juego es demasiado fácil, el video se detiene, las barras como ecualizadores se hunden.
Estoy haciendo una tarea mental, pero es un ejercicio físico también, incluso si no puedo "sentirlo": las subidas y bajadas de las barras, el avance o la pausa del vídeo, se corresponden, según mi psicólogo, con la intensidad con que trabajan mis neuronas y con el flujo de la sangre en mi lóbulo frontal. Por eso, el hecho de que el vídeo se active y las barras se mantengan a cierto nivel, sólo podría hacerme una persona más atenta, más rápida, en definitiva, más feliz.
Y para aquellos que padecen de estrés, que sufren de enfermedades tales como la ansiedad , el alcoholismo , la depresión o el trastorno de déficit de atención, este tipo de novedoso tratamiento, conocido como Neurofeedback, puede ser una solución no invasiva, probablemente más barata a sus problemas que las píldoras psiquiátricas y los procedimientos psicológicos estándar.
El Dr. Ramírez es un joven psicólogo javeriano especializado en Europa, y cuenta que en Estados Unidos aprendió sobre el neurofeedback con uno de los pionero en este campo, el Dr. Jhon S. Anderson, del Instituto de Neuroterapia de Minnesota. Ahora él ha creado su propio Centro de neuropsicoanálisis, conocido como Humano 2.1, cuya base de operaciones será la ciudad de Tunja, su ciudad de nacimiento.
"La idea de abrir un consultorio con la una imagen corporativa Humano 2.1 surge luego de darme cuenta que la investigación sobre el cerebro había llegado lo suficientemente lejos como para afirmar, como dice un colega catalán, que estamos ad portas de la era del humano 2.0, es decir, de un ser humano que cuenta con nuevas herramientas para alcanzar la mejor versión de sí mismo. Evidencia de ello, es la existencia de este aparatico tan útil en cualquier consultorio no sólo de psicología sino de muchas otras profesiones en el campo de la salud, física y mental", dice el Dr. César, señalando un amplificador de ondas cerebrales que adquirió personalmente en Seúl, Corea del Sur, a donde viajó recientemente para negociar la posibilidad de distribuir en Colombia una versión "home-edition" de éstos "aparaticos" para entrenar el cerebro desde la comodidad de la casa o la oficina.
César (prefiere que lo llamen por su nombre de pila hasta no ultimar la tesis doctoral que adelanta en la Universidad Complutense de Madrid) cree que con la ayuda de esta tecnología se puede hacer que la gente sea más tranquila, que reaccionen menos dramáticamente si se presentan situaciones de estrés. "Tal vez lo más revolucionario de este procedimiento es que puedes, entre comillas, ver, en tiempo real, cómo reacciona tu cuerpo, tu cerebro, ante una situación de estrés, y al verlo, intentar ahí mismo modificar o cambiar esa respuesta de una manera más adaptativa, más sana".
Antes de salir de su consultorio, César me "engancha" para otro procedimiento: un corto "test de estrés". Para realizarlo me conecta una serie de sensores que monitorearán mi pulso cardiaco, mi respiración, la tensión de mis músculos y la respuesta galvánica de mi piel. La indicación es únicamente relajarme, lo más profundo que pueda, durante un par de minutos. De repente, me sobresalto cuando escucho el ruido estridente de un grito, la detonación de una bomba, la sirena de una ambulancia... todo acompañado de imágenes que me recordaron aquella famosa escena de la Naranja Mecánica en la que obligan al protagonista a ver todo aquello que te recuerda lo salvaje que a veces puede ser el mundo. La idea, me explica César, es inducirme deliberadamente una pequeña dosis de estrés, para saber luego cuál es mi capacidad de tolerarlo. Con esa información, él podrá decirme exactamente qué pasa en mí cuando me estreso, y qué puedo hacer para evitar los síntomas desagradables del estrés laboral que muchos cargan sobre sus hombros.
Claro, yo soy un tipo relativamente alegre por naturaleza, pero después de salir del consultorio, abordo una reunión final de la tarde con gusto, y en la noche le hinco el diente con facilidad a una carga de trabajo en el hogar que no tenía intención de tocar. A la mañana, estaba comunicándome con el Dr. César para registrarme, esta vez sí, a una consulta de verdad.
Pero lo interesante del asunto es que la única herramienta disponible para cumplir el objetivo no es el control del t.v. sino mis propios "pensamientos". Cuando me concentro intensa y honestamente en el objetivo, la barra a la izquierda del vídeo se eleva y se mantiene, pero cuando me distraigo, o cuando hago un comentario, o empiezo a pensar que este juego es demasiado fácil, el video se detiene, las barras como ecualizadores se hunden.
Estoy haciendo una tarea mental, pero es un ejercicio físico también, incluso si no puedo "sentirlo": las subidas y bajadas de las barras, el avance o la pausa del vídeo, se corresponden, según mi psicólogo, con la intensidad con que trabajan mis neuronas y con el flujo de la sangre en mi lóbulo frontal. Por eso, el hecho de que el vídeo se active y las barras se mantengan a cierto nivel, sólo podría hacerme una persona más atenta, más rápida, en definitiva, más feliz.
Y para aquellos que padecen de estrés, que sufren de enfermedades tales como la ansiedad , el alcoholismo , la depresión o el trastorno de déficit de atención, este tipo de novedoso tratamiento, conocido como Neurofeedback, puede ser una solución no invasiva, probablemente más barata a sus problemas que las píldoras psiquiátricas y los procedimientos psicológicos estándar.
El Dr. Ramírez es un joven psicólogo javeriano especializado en Europa, y cuenta que en Estados Unidos aprendió sobre el neurofeedback con uno de los pionero en este campo, el Dr. Jhon S. Anderson, del Instituto de Neuroterapia de Minnesota. Ahora él ha creado su propio Centro de neuropsicoanálisis, conocido como Humano 2.1, cuya base de operaciones será la ciudad de Tunja, su ciudad de nacimiento.
"La idea de abrir un consultorio con la una imagen corporativa Humano 2.1 surge luego de darme cuenta que la investigación sobre el cerebro había llegado lo suficientemente lejos como para afirmar, como dice un colega catalán, que estamos ad portas de la era del humano 2.0, es decir, de un ser humano que cuenta con nuevas herramientas para alcanzar la mejor versión de sí mismo. Evidencia de ello, es la existencia de este aparatico tan útil en cualquier consultorio no sólo de psicología sino de muchas otras profesiones en el campo de la salud, física y mental", dice el Dr. César, señalando un amplificador de ondas cerebrales que adquirió personalmente en Seúl, Corea del Sur, a donde viajó recientemente para negociar la posibilidad de distribuir en Colombia una versión "home-edition" de éstos "aparaticos" para entrenar el cerebro desde la comodidad de la casa o la oficina.
César (prefiere que lo llamen por su nombre de pila hasta no ultimar la tesis doctoral que adelanta en la Universidad Complutense de Madrid) cree que con la ayuda de esta tecnología se puede hacer que la gente sea más tranquila, que reaccionen menos dramáticamente si se presentan situaciones de estrés. "Tal vez lo más revolucionario de este procedimiento es que puedes, entre comillas, ver, en tiempo real, cómo reacciona tu cuerpo, tu cerebro, ante una situación de estrés, y al verlo, intentar ahí mismo modificar o cambiar esa respuesta de una manera más adaptativa, más sana".
Antes de salir de su consultorio, César me "engancha" para otro procedimiento: un corto "test de estrés". Para realizarlo me conecta una serie de sensores que monitorearán mi pulso cardiaco, mi respiración, la tensión de mis músculos y la respuesta galvánica de mi piel. La indicación es únicamente relajarme, lo más profundo que pueda, durante un par de minutos. De repente, me sobresalto cuando escucho el ruido estridente de un grito, la detonación de una bomba, la sirena de una ambulancia... todo acompañado de imágenes que me recordaron aquella famosa escena de la Naranja Mecánica en la que obligan al protagonista a ver todo aquello que te recuerda lo salvaje que a veces puede ser el mundo. La idea, me explica César, es inducirme deliberadamente una pequeña dosis de estrés, para saber luego cuál es mi capacidad de tolerarlo. Con esa información, él podrá decirme exactamente qué pasa en mí cuando me estreso, y qué puedo hacer para evitar los síntomas desagradables del estrés laboral que muchos cargan sobre sus hombros.
Claro, yo soy un tipo relativamente alegre por naturaleza, pero después de salir del consultorio, abordo una reunión final de la tarde con gusto, y en la noche le hinco el diente con facilidad a una carga de trabajo en el hogar que no tenía intención de tocar. A la mañana, estaba comunicándome con el Dr. César para registrarme, esta vez sí, a una consulta de verdad.