Psicología
Debido al ritmo frenético que llevamos, en muchas ocasiones, no somos capaces de reparar en nosotros mismos y darnos cuenta de lo que nos está pasando. Solemos ver con mayor claridad lo que les sucede a los demás. Nos fijamos, analizamos, e incluso empatizamos con cómo se sienten los otros, sin embargo tendemos a evitar entrar en nuestras emociones.
A menudo sentimos cansancio, fatiga, dolores de espalda, estómago o articulaciones, presión en el pecho, dificultad para respirar, falta de concentración, de atención, e incluso de memoria. Dolor de cabeza, tenemos sensación de vacío, de falta de ilusión, desesperanza, pesimismo, presentamos problemas de sueño, se nos cierra el apetito…o simplemente nos invade un sentimiento de tristeza y pena que lo tiñe todo.
Entonces pensamos que nos pasa algo, que estamos cansados o que tenemos algo físico. No se nos ocurre pensar, que podemos estar deprimidos que podemos estar sufriendo una depresión.
Una depresión que condiciona todas las áreas de la vida en el día a día, pero que no incapacita, una depresión que permite que la persona continúe por inercia. Y por ese motivo, no se aprecia, no se considera grave y por lo tanto, no se trata, para poder así solucionar el problema.
Por todo ello, es fácil que la depresión se cronifique y de este modo se convierta en algo más resistente y a la vez imperceptible.
Será muy importante que nos mantengamos alerta ante cualquier síntoma de depresión. Detectarlos cuanto antes, hará que podamos ponernos en mano de un profesional que nos pueda ayudar a superar una depresión, que de forma invisible pueda estar condicionando nuestra vida.
La terapia cognitiva conductual es un modelo terapéutico muy eficaz para tratar el trastorno de depresión. Así pues, la detección de los primeros síntomas será fundamental para poder abordar el problema cuanto antes y así también poder alcanzar el equilibrio, la estabilidad emocional y por qué no, la felicidad.
Algunos de los síntomas más presentes y que más pueden pasar de desapercibidos en una depresión no identificada serán estos:
- Sensación de inquietud.
- Pérdida del apetito
- Pérdida de interés por la vida, desmotivación y desinterés incluso por actividades gratificantes y placenteras, como pueda ser el sexo.
- Dolores físicos (de cabeza, de espalda, de articulaciones, de estómago…)
- Mareos
- Alteraciones gastrointestinales.
- Pena, Tristeza, angustia y ansiedad.
- Sentimiento de vacío e indefensión.
- Sensación de cansancio y fatiga.
- Cambios y alteraciones en el hábito del sueño.
- Apatía, desesperanza.
- Tendencia al aislamiento social.
- Pérdidas de memoria, problemas para concentrarse, problemas de atención, dificultades para solucionar problemas e incluso para tomar decisiones.
- Irascibilidad.
- Pensamientos negativos, pesimistas con gran grado de desesperanza.
En muchas ocasiones la depresión se acompaña de ansiedad. Ambas patologías llegan a poder condicionar todas las áreas de la vida, en las que se desenvuelva, aquel que las padecen.
Así pues, será de vital importancia reconocer los síntomas, aunque a veces sean difíciles de identificar.