Viernes, 15 de julio de 2016
Como Patrick Carnes explica: “el adicto sustituye una relación saludable con otras personas por una relación enfermiza con un evento o proceso. La relación del adicto con una ‘experiencia’ trastornante se convierte en central para su vida”.
Carnes subraya que la gente tiende a confundir adicción sexual con actividad sexual frecuente o placentera.
La diferencia está en que la persona normal puede aprender a moderar su conducta sexual, mientras que el adicto no puede hacerlo. Ha perdido la capacidad de decir “no” en razón de que su conducta forma parte de un ciclo de pensamientos, sentimientos y actividad que no puede controlar.
En lugar de gozar del sexo como una fuente de autoafirmación y del placer en el matrimonio, el adicto sexual lo usa como un alivio del dolor o del stress, análogamente al alcohólico que depende del alcohol.
La enfermedad obsesiva transforma el sexo en una necesidad primaria ante la cual todo lo demás puede ser sacrificado, incluyendo la familia, los amigos, la salud, la seguridad y el trabajo.
El masturbador compulsivo tiene esperanza; y esto por varias razones:
* Ante todo, puede llegar a entender que él no es una mala persona sino alguien que sufre una enfermedad, la cual puede ser tratada y vencida. Esto en la medida en que se aborrece a sí mismo y se considera inútil (vergüenza) cree que no tiene esperanza (desesperación).
* En segundo lugar, con la ayuda de un psicoterapeuta, un director espiritual y de un médico, puede tomar conciencia de que es posible vencer su adicción.
*También necesitará practicar los Doce Pasos participando en grupos de apoyo. A este respecto encontrará una ayuda invalorable en las sesiones grupales de Sexólicos Anónimos y Adictos Anónimos al Sexo y al Amor.