Martes, 03 de febrero de 2015
HERNAN GARCIA SARMIENTO - PSICÓLOGO
- Bucaramanga, (Colombia)
Psicología
Psicología
Antes del embarazo, la pareja podría estar muy de acuerdo en iniciar acciones para encargar un hijo. En este caso la sexualidad queda puesta al servicio de la reproducción y no suelen presentarse dificultades entre los futuros padres. Una buena comunicación que lleve a acuerdos sobre los encuentros, respetando las diferencias individuales y los gustos, resulta suficiente para generar un espacio de confort psicológico que se extenderá hasta el nacimiento y mucho tiempo después.
Los casos de infertilidad que puedan hacerse evidentes durante este periodo o inclusive, las pérdidas gestacionales o abortos espontáneos, generan estados confusionales que requieren, además de la asistencia médica, un manejo Psicológico que acompañe los duelos y otros aspectos afectivos que impactan el bienestar emocional de la pareja y la preparación para futuras gestaciones.
Otro fenómeno se presenta cuando algunos de los miembros de la pareja, aún no está preparado para un embarazo. Hay que ser cuidadoso no solamente con las presiones externas, sino también con las propias exigencias o conveniencias forzadas algunas veces por quien no lo desea. Este tipo de acomodaciones pueden generar dificultades sexuales de “aparente causa desconocida”. Por eso es muy importante que cada uno tenga una posición clara, desde lo individual, frente a los deseos y expectativas de un futuro embarazo.
Una vez iniciada la gestación, paralelamente a la acción hormonal sobre el cuerpo femenino, se presentan aspectos psicológicos que inciden sobre la sexualidad de la pareja.
En el hombre por ejemplo, existen reacciones que van desde un abandono total hacia la gestante hasta el apego exagerado o los síntomas de embarazo masculino conocidos como “Couvade”. En la mujer, es posible que surjan momentos de gran malestar físico que limitan su respuesta sexual, lo cual genera en ellas una disposición para recibir cuidados y ternura. No obstante, excepto cuando hay una prohibición médica, la sexualidad debe continuar con las mejores expresiones de placer y no considerar al embarazo como un impedimento por sí mismo, para compartir el cuerpo en los encuentros eróticos. Sin embargo, dentro de un ambiente de gran afecto y sincera comunicación, cada quien debe estar atento para conversar con su pareja, si se llegaran a presentar momentos de apatía sexual, los cuales no deberán generar fantasías de desapego o temores de abandono, sino por el contrario, comprender lo natural que resulta este hecho, con el fin de convenir los ajustes necesarios sobre la frecuencia, las nuevas condiciones o limitaciones de los encuentros sexuales.
Una vez terminada la gestación, la fuerza hormonal actúa en la disminución del deseo sexual femenino, lo cual junto a eventos como fatiga, trasnocho, molestias físicas por suturas y lactancia, conforman las condiciones perfectas para garantizar que el interés materno se dirija hacia sí misma compenetrándose con su Nuevo Ser: su hijo. Esto implica un nuevo replanteamiento de los encuentros sexuales, lo cual garantizará las condiciones necesarias para una futura reactivación del erotismo y del placer.
Una Maternidad sana, en términos de Sexualidad, implica reconocimiento, comprensión, aceptación y ajustes sobre los cambios que se presentan en la Vida Erótica de cada uno de los miembros de la pareja.
Los casos de infertilidad que puedan hacerse evidentes durante este periodo o inclusive, las pérdidas gestacionales o abortos espontáneos, generan estados confusionales que requieren, además de la asistencia médica, un manejo Psicológico que acompañe los duelos y otros aspectos afectivos que impactan el bienestar emocional de la pareja y la preparación para futuras gestaciones.
Otro fenómeno se presenta cuando algunos de los miembros de la pareja, aún no está preparado para un embarazo. Hay que ser cuidadoso no solamente con las presiones externas, sino también con las propias exigencias o conveniencias forzadas algunas veces por quien no lo desea. Este tipo de acomodaciones pueden generar dificultades sexuales de “aparente causa desconocida”. Por eso es muy importante que cada uno tenga una posición clara, desde lo individual, frente a los deseos y expectativas de un futuro embarazo.
Una vez iniciada la gestación, paralelamente a la acción hormonal sobre el cuerpo femenino, se presentan aspectos psicológicos que inciden sobre la sexualidad de la pareja.
En el hombre por ejemplo, existen reacciones que van desde un abandono total hacia la gestante hasta el apego exagerado o los síntomas de embarazo masculino conocidos como “Couvade”. En la mujer, es posible que surjan momentos de gran malestar físico que limitan su respuesta sexual, lo cual genera en ellas una disposición para recibir cuidados y ternura. No obstante, excepto cuando hay una prohibición médica, la sexualidad debe continuar con las mejores expresiones de placer y no considerar al embarazo como un impedimento por sí mismo, para compartir el cuerpo en los encuentros eróticos. Sin embargo, dentro de un ambiente de gran afecto y sincera comunicación, cada quien debe estar atento para conversar con su pareja, si se llegaran a presentar momentos de apatía sexual, los cuales no deberán generar fantasías de desapego o temores de abandono, sino por el contrario, comprender lo natural que resulta este hecho, con el fin de convenir los ajustes necesarios sobre la frecuencia, las nuevas condiciones o limitaciones de los encuentros sexuales.
Una vez terminada la gestación, la fuerza hormonal actúa en la disminución del deseo sexual femenino, lo cual junto a eventos como fatiga, trasnocho, molestias físicas por suturas y lactancia, conforman las condiciones perfectas para garantizar que el interés materno se dirija hacia sí misma compenetrándose con su Nuevo Ser: su hijo. Esto implica un nuevo replanteamiento de los encuentros sexuales, lo cual garantizará las condiciones necesarias para una futura reactivación del erotismo y del placer.
Una Maternidad sana, en términos de Sexualidad, implica reconocimiento, comprensión, aceptación y ajustes sobre los cambios que se presentan en la Vida Erótica de cada uno de los miembros de la pareja.