Miércoles, 23 de julio de 2014
Jenny de la Rosa
- Cali, (Colombia)
Psicología
Psicología
Después de un evento trágico siempre quedan secuelas emocionales que desestabilizan la salud física y mental de la persona afectada, esta alteración es denominada ESTRÉS POSTRAUMATICO el cual constituye la crisis que antecede al evento trágico y dificulta retomar la vida diaria.
Ante una situación catastrófica como un accidente grave se produce en el organismo una sobrecarga energética que genera una crisis inmediata con síntomas físicos como alteración cardiaca, sudoración, pupilas dilatadas, al igual que mente nublada, embotamiento y pensamiento bloqueado. Este instante de confusión absoluta se conoce como shock, Una vez superado el momento de shock se ingresa en la fase de desbloqueo emocional es allí cuando sobre vienen los ataques de llanto, ira y miedo, todo es confusión y se pierde la noción de tiempo y espacio, es como si la vida quedase suspendida en el aire y se actúa automáticamente.
Posterior mente sobreviene la fase de visualización, donde una serie de imágenes y pensamientos imposibles de controlar invaden la mente, estos pueden ser reales o imaginarias, acompañadas de sonidos y olores que recuerdan el suceso; se repite en la mente una y otra vez lo que paso, y la persona permanece alerta, los sentidos se agudizan y se tiene la sensación que todo ocurre de nuevo, síntomas como el insomnio, el vómito y dolor de cabeza son comunes en esta fase.
Finalmente se ingresa a la fase de elaboración donde se busca un sentido a lo ocurrido se reconocen vulnerabilidades, se elabora el duelo de personas, objetos e ilusiones perdidas en el incidente y la vida continua.
Este proceso de duelo lleva alrededor de un año desde el momento de shock hasta la fase de elaboración, sin embargo cuando no se ha prestado la atención necesaria a cada fase y se evita procesos como el llanto; el sentimiento queda registrado en la mente del individuo y la persona se empieza a enfermar.
Hablar sobre lo ocurrido, llorar, expresar la angustia, es necesario para evitar complicaciones físicas y mentales. El acompañamiento del especialista debe hacerse en la fase de visualización, pues esta tiende a ser la fase más larga del proceso y constituye el mayor impacto después del incidente, donde las escenas repetitivas del evento tienden a hacerse cada vez más fuertes generando una situación estresante que dificulta vivir.
Aunque parezca normal que luego de un evento traumático la persona experimente sueños angustiantes, pesadillas, miedo, dolor de cabeza, depresión, aislamiento, retroceso en el desarrollo en el caso de los niños, estos síntomas deben ser tratados por un especialista el cual le ayudara a canalizar adecuadamente esa energía para que la vida vuelva a ser agradable.
Dejar atrás el momento y poderlo recordar sin temor a recaer, es el objetivo.
Jenny de la Rosa
Psicóloga clínica
Ante una situación catastrófica como un accidente grave se produce en el organismo una sobrecarga energética que genera una crisis inmediata con síntomas físicos como alteración cardiaca, sudoración, pupilas dilatadas, al igual que mente nublada, embotamiento y pensamiento bloqueado. Este instante de confusión absoluta se conoce como shock, Una vez superado el momento de shock se ingresa en la fase de desbloqueo emocional es allí cuando sobre vienen los ataques de llanto, ira y miedo, todo es confusión y se pierde la noción de tiempo y espacio, es como si la vida quedase suspendida en el aire y se actúa automáticamente.
Posterior mente sobreviene la fase de visualización, donde una serie de imágenes y pensamientos imposibles de controlar invaden la mente, estos pueden ser reales o imaginarias, acompañadas de sonidos y olores que recuerdan el suceso; se repite en la mente una y otra vez lo que paso, y la persona permanece alerta, los sentidos se agudizan y se tiene la sensación que todo ocurre de nuevo, síntomas como el insomnio, el vómito y dolor de cabeza son comunes en esta fase.
Finalmente se ingresa a la fase de elaboración donde se busca un sentido a lo ocurrido se reconocen vulnerabilidades, se elabora el duelo de personas, objetos e ilusiones perdidas en el incidente y la vida continua.
Este proceso de duelo lleva alrededor de un año desde el momento de shock hasta la fase de elaboración, sin embargo cuando no se ha prestado la atención necesaria a cada fase y se evita procesos como el llanto; el sentimiento queda registrado en la mente del individuo y la persona se empieza a enfermar.
Hablar sobre lo ocurrido, llorar, expresar la angustia, es necesario para evitar complicaciones físicas y mentales. El acompañamiento del especialista debe hacerse en la fase de visualización, pues esta tiende a ser la fase más larga del proceso y constituye el mayor impacto después del incidente, donde las escenas repetitivas del evento tienden a hacerse cada vez más fuertes generando una situación estresante que dificulta vivir.
Aunque parezca normal que luego de un evento traumático la persona experimente sueños angustiantes, pesadillas, miedo, dolor de cabeza, depresión, aislamiento, retroceso en el desarrollo en el caso de los niños, estos síntomas deben ser tratados por un especialista el cual le ayudara a canalizar adecuadamente esa energía para que la vida vuelva a ser agradable.
Dejar atrás el momento y poderlo recordar sin temor a recaer, es el objetivo.
Jenny de la Rosa
Psicóloga clínica